
El Monte Etna, el volcán más activo de Europa, entró en erupción el 2 de junio de 2025, expulsando columnas de humo de más de 5.000 metros y ríos de lava que han impactado a poblaciones cercanas en Sicilia, Italia.
Esta actividad volcánica genera preocupación por sus efectos en el clima global y la calidad del aire local.
La erupción del Etna, ocurrida en la isla de Sicilia, ha afectado principalmente a Catania, donde la ceniza volcánica cubrió calles y vehículos, causando la suspensión temporal de vuelos en el aeropuerto internacional Vincenzo Bellini.
Localidades como Acicastello, Viagrande, Paternó, Adrano y Biancavilla también reportaron caída de cenizas, afectando la calidad del aire y la vida diaria, aunque no se han registrado heridos ni daños estructurales graves.
El Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) monitorea la actividad, que incluye explosiones en el cráter sureste y flujos de lava desde el cráter Bocca Nuova.
La nube eruptiva, dispersada hacia el suroeste, no ha interrumpido significativamente el tráfico aéreo esta vez, pero la situación sigue bajo vigilancia.
Impacto en el clima mundial
Las erupciones del Etna, aunque frecuentes, liberan dióxido de azufre y partículas que pueden influir en el clima global al reflejar la luz solar, causando un enfriamiento temporal. Sin embargo, expertos indican que esta erupción, por su escala, tendrá un impacto limitado en el clima, con efectos más locales como la reducción de la calidad del aire.
En el pasado, erupciones mayores (como en 44 a.C.) se vincularon a cambios climáticos regionales, pero no se espera un evento similar ahora.
La erupción del Etna es un recordatorio de su naturaleza activa y su impacto en Sicilia. Aunque no representa un peligro inmediato para la población, la vigilancia es clave para proteger a los residentes y turistas, mientras los científicos evalúan posibles efectos climáticos a largo plazo.
Por: Ricardo Collazos.