
Mientras Japón enfrenta una sorprendente cifra de más de 9 millones de casas abandonadas debido al envejecimiento poblacional y factores naturales, Colombia observa con cautela este fenómeno. ¿Podría reproducirse un escenario similar en nuestro país?
Japón vive una crisis silenciosa pero creciente: viviendas conocidas como *akiya* se apilan en pueblos y ciudades tras quedar deshabitadas. Las causas son múltiples:
– Un rápido envejecimiento poblacional.
– Baja tasa de natalidad.
– Terremotos que dañan viviendas y afectan su valor de reventa.
– Un marcado desinterés cultural por residencias usadas.
Las *akiya* no solo representan un problema urbanístico, sino que también implican riesgos para la seguridad, reducen el valor de las propiedades vecinas y dificultan la planificación territorial.
¿Es Colombia vulnerable a un fenómeno similar?
Aunque el contexto colombiano es muy diferente, no está completamente blindado frente a situaciones de abandono habitacional:
– Demografía más joven: A diferencia de Japón, Colombia mantiene tasas de natalidad más altas y una población mayoritariamente joven.
– Migración campo-ciudad: Algunas zonas rurales ya muestran signos de abandono, especialmente donde la violencia, el desempleo o la falta de servicios impulsan el éxodo.
– Titularidad informal: Muchos colombianos no cuentan con escrituras o títulos de propiedad claros, lo que complica herencias o procesos de uso posterior.
Si bien Colombia no enfrenta una crisis comparable en escala, sí podría experimentar brotes localizados del fenómeno si no se implementan políticas de vivienda rural y repoblamiento sostenible.
¿Problema o nueva oportunidad?
En Japón, algunas prefecturas intentan convertir el problema en oportunidad, ofreciendo casas gratuitas o a precios simbólicos con tal de revitalizar áreas despobladas. En Colombia, una estrategia similar podría aplicarse a zonas rurales olvidadas, pero requiere voluntad política, acompañamiento legal y fomento de la inversión en infraestructura básica.
Por: Ricardo Collazos.