
En el contexto de la reciente escalada rusa con drones en Polonia, que ha tensionado las relaciones entre Rusia y la OTAN, surge la pregunta sobre el rol potencial de China.
Pekín ha mantenido una postura de «neutralidad» oficial en la guerra iniciada por Rusia en 2022, pero su apoyo indirecto a Moscú —a través de comercio, tecnología y diplomacia— ha sido clave para sostener el esfuerzo bélico ruso.
Con la fecha actual del 10 de septiembre de 2025, y ante la posibilidad de una ampliación del conflicto a Europa, analicemos si China podría dar un paso más allá, basándonos en evidencias recientes y análisis geopolíticos.
Apoyo actual de China: Indirecto pero esencial
China no ha enviado tropas ni armas letales directas a Rusia, pero su involucramiento es profundo en el ámbito económico y tecnológico.
En 2024-2025, el comercio bilateral entre China y Rusia superó los 240.000 millones de dólares, con Pekín suministrando componentes clave para drones y misiles rusos, como chips electrónicos y motores para vehículos aéreos no tripulados. Videos y reportajes recientes han expuesto cómo tecnología china, integrada en drones iraníes (como los Shahed usados por Rusia), permite guiado preciso contra objetivos ucranianos, incluyendo civiles.
Esto ha sido calificado como «involucramiento encubierto» en investigaciones de inteligencia occidental.
Además, China ha proporcionado inteligencia satelital y apoyo diplomático, vetando resoluciones de la ONU contra Rusia y promoviendo narrativas de «guerra proxy de Occidente».
En los ejercicios militares chinos de 2025, se han incorporado lecciones de la guerra en Ucrania, como el uso de drones y robots para logística en el frente, lo que sugiere que Pekín ve el conflicto como un «laboratorio» para su doctrina militar.
Sin embargo, Xi Jinping ha evitado compromisos directos para no arriesgar sanciones masivas de EE.UU. y la UE, que ya han restringido exportaciones de alta tecnología a China.
¿Por qué China podría escalar su involucramiento?
Sí, es posible que China incremente su rol de manera más activa, especialmente si el conflicto se extiende a Polonia y la OTAN. Razones clave:
– Alianza Estratégica con Rusia: El «eje sin límites» declarado en 2022 entre Xi y Putin se ha fortalecido. Tras la cumbre sino-rusa de septiembre de 2025, Rusia lanzó un misil contra el edificio del Gabinete en Kiev, visto por analistas como una señal de coordinación.
Si Rusia enfrenta presiones mayores por la incursión en Polonia, China podría proporcionar más apoyo logístico o cibernético para evitar una derrota de Moscú, que debilitaría su flanco en Asia (por ejemplo, en disputas por Taiwán o el Mar del Sur de China).
Oportunidad para probar capacidades
La guerra en Ucrania ha sido un «ensayo» para China.
Pekín ha aumentado la producción de drones y misiles hipersónicos, inspirados en tácticas rusas.
Una escalada en Europa podría llevar a China a enviar «asesores» o tecnología avanzada, similar a cómo Corea del Norte ha despachado tropas en 2025.
Publicaciones en redes destacan cómo China adopta «experiencia de guerra» ucraniana en sus simulacros, lo que podría traducirse en envíos directos si Rusia lo solicita.
Factores económicos y geopolíticos
Con sanciones occidentales afectando su economía, China busca diversificar alianzas vía BRICS.
Una guerra ampliada beneficiaría a Pekín al distraer a EE.UU. de Asia-Pacífico, permitiendo maniobras en Taiwán.
Si Trump reduce apoyo a Ucrania —como ha insinuado en 2025—, China podría ver una ventana para equilibrar la balanza pro-rusa sin costo alto.
Riesgos y limitaciones para un involucramiento más directo
A pesar de lo anterior, una entrada activa (tropas, armas letales o ciberataques directos) es improbable en el corto plazo por altos costos:
Sanciones y aislamiento económico
EE.UU. y la UE han advertido que cualquier escalada china activaría medidas draconianas, como embargos totales a semiconductores, vitales para la industria china.
En 2025, las sanciones por componentes de drones ya han costado a empresas como Huawei miles de millones.
Enfoque en Taiwán y Asia
China prioriza su «reunificación» con Taiwán, programada para 2027.
Dividir recursos en Europa diluiría su preparación.
Analistas como los del think tank CSIS argumentan que Pekín prefiere un rol de «facilitador» para Rusia, no de combatiente, evitando una guerra multifrente.
División interna y global
Dentro de China, hay fatiga por la economía post-COVID, y un involucramiento directo podría avivar protestas. Internacionalmente, aliados como India (en BRICS) se oponen a una escalada, y Japón/Corea del Sur reforzarían alianzas con EE.UU.
En redes como X, discusiones recientes vinculan a China con una posible «alianza Rusia-China-Corea del Norte» para escaladas contra la OTAN, pero muchas son especulativas, enfocadas en propaganda rusa más que en hechos concretos.
Implicaciones de una mayor participación China
Si China ingresa más activamente —por ejemplo, enviando misiles o hackers—, el conflicto podría globalizarse: disrupciones en cadenas de suministro (China produce 80% de drones mundiales), crisis energética y un rearme acelerado en Occidente.
Esto polarizaría el mundo en bloques (Occidente vs. BRICS), elevando riesgos nucleares. Zelenski y líderes OTAN han advertido que «cualquier apoyo chino directo sería un punto de no retorno», potencialmente activando el Artículo 5.
En resumen, China ya está involucrada de forma encubierta y podría escalar a un apoyo más tangible si Rusia se ve acorralada por la crisis polaca, pero un rol militar directo parece remoto debido a riesgos estratégicos.
El mundo observa: Una decisión de Pekín podría transformarse esta guerra regional en un enfrentamiento bipolar global.
Por: Ricardo Collazos.