
En un logro que resuena como las notas de un piano en las vastas llanuras del Casanare, Alejandro Boada Ramírez, un prodigio de tan solo 13 años originario de Maní, se ha convertido en el orgullo de Colombia al clasificarse como finalista en el prestigioso
Concurso Latinoamericano de Pianistas Jóvenes
Este joven talento fusiona la disciplina clásica con el encanto folclórico del arte llanero, demostrando que el genio musical no conoce fronteras geográficas ni edades.
El ascenso de un prodigio:
Alejandro Boada Ramírez no es solo un nombre en una lista de participantes; es la encarnación del esfuerzo incansable en un rincón remoto de Colombia.
Nacido y criado en Maní, un municipio del departamento del Casanare conocido por su rica tradición ganadera y cultural, Alejo —como lo llaman sus seres queridos— comenzó su viaje musical hace más de seis años.
Bajo la guía dedicada de sus padres y profesores locales, el joven ha transformado horas de práctica en una maestría que hoy lo posiciona entre los mejores de América Latina.
El Concurso Latinoamericano de Pianistas Jóvenes organizado por la Sociedad de Pianistas y Profesores de América Latina y el Caribe, es una plataforma clave para descubrir y promover talentos emergentes en la región.
En su segunda edición, el certamen —que se desarrolla en modalidad híbrida con fases eliminatorias en noviembre— reúne a cientos de participantes de países como México, Perú, Brasil y Colombia. Alejandro superó rondas iniciales con interpretaciones memorables, destacando por su precisión técnica y pasión interpretativa.
Su clasificación a la final no solo valida su dedicación, sino que pone en el mapa a Maní como cuna de artistas jóvenes colombianos.
La magia de un «pajarillo chipoliado»
¿Qué hace único a Alejandro? Su capacidad para tejer hilos entre el repertorio clásico universal y las raíces culturales de los Llanos Orientales.
En una de sus presentaciones estelares, el joven conquistó al jurado internacional —compuesto por expertos como el Dr. Manuel Matarrita de la Universidad de Costa Rica— con una interpretación magistral del «Pajarillo Chipoliado», una pieza que evoca el canto de las aves y el ritmo juguetón del joropo llanero.
Esta obra, inspirada en el folclor venezolano-colombiano, no es solo una ejecución técnica: es un puente cultural que lleva el alma de las sabanas a los salones de conciertos globales.
Con solo 13 años, Alejo demuestra que la *música llanera en piano puede innovar y emocionar.
Su enfoque disciplinado, forjado en sesiones diarias de estudio pese a las limitaciones de recursos en una zona rural, resalta temas como la accesibilidad al arte en comunidades apartadas.
«El piano es mi escape y mi voz», compartió el joven en una entrevista local, reflejando cómo la constancia ha convertido su hobby en una promesa de carrera profesional.
El apoyo de Maní
El logro de Alejandro trasciende lo individual; es un triunfo colectivo para Maní y el Casanare. La comunidad ha respondido con un torrente de apoyo: redes sociales llenas de mensajes con hashtags como #TalentoLocal y #JovenesMusicos, eventos locales de solidaridad y promesas de becas para su formación futura.
Autoridades municipales y culturales han destacado cómo este finalista inspira a otros niños a perseguir sus sueños artísticos, promoviendo programas de educación musical en escuelas rurales.