
El Salvador implementa un nuevo código disciplinario en sus 5,100 escuelas públicas, inspirado en normas militares, que incluye sanciones por no saludar o dar las gracias.
Esta medida, impulsada por el presidente Nayib Bukele y la nueva ministra militar de Educación, busca frenar el reclutamiento de pandillas, pero genera controversia por su enfoque autoritario.
Aquí te explicamos en qué consiste, las sanciones previstas y las críticas que ha desatado.
Desde el 1 de septiembre de 2025, las escuelas públicas de El Salvador operan bajo un nuevo código disciplinario que ha generado debate en el país y en la región. Ordenado por el presidente Nayib Bukele y ejecutado por la ministra de Educación, la capitana Karla Trigueros, este conjunto de reglas busca imponer disciplina estricta en los estudiantes, con medidas que incluyen saludar a los maestros, usar uniformes impecables y cortes de cabello regulados.
Sin embargo, críticos como gremios magisteriales y analistas independientes advierten que estas normas reflejan una «militarización» del sistema educativo y un creciente autoritarismo en el gobierno de Bukele.
¿En qué consiste el nuevo código disciplinario?
El decreto del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de El Salvador establece normas de «cortesía escolar» que los estudiantes deben seguir rigurosamente:
Saludos obligatorios:
Los alumnos deben saludar a los maestros al entrar y salir del aula.
Cortesía en el lenguaje:
Es obligatorio decir «por favor» al hacer peticiones y «gracias» al recibir cualquier tipo de ayuda o material.
Apariencia estricta:
Los estudiantes deben llevar uniformes limpios, zapatos lustrados y cortes de cabello acordes a las normas establecidas.
Estas reglas, según el gobierno, buscan reforzar los valores y prevenir que las escuelas sean espacios de reclutamiento para pandillas, un problema que Bukele ha combatido desde 2019 con su «guerra» contra la delincuencia.
Sanciones por incumplimiento: ¿Un castigo desproporcionado?
El código establece un sistema de deméritos: cada infracción, como no saludar o incumplir con el uniforme, suma un punto de demérito. Los estudiantes que acumulen 15 deméritos no serán promovidos al siguiente grado, lo que significa que podrían repetir el año escolar.
La ministra Trigueros, quien asumió el cargo hace apenas dos semanas, ha advertido que los directores de las escuelas que no hagan cumplir estas normas enfrentarán sanciones, incluyendo posibles destituciones.
Este enfoque ha generado críticas por considerar que castigar académicamente por cuestiones de conducta viola normativas educativas previas.
Reacciones divididas: ¿Formación o militarización?
El nuevo código ha polarizado opiniones. Por un lado, docentes como Sonia Guerrero, del Instituto Nacional Jaime Francisco López, aplauden las medidas, argumentando que fomentan la formación integral de los jóvenes y facilitan el trabajo de los maestros.
Por otro lado, gremios como el Frente Magisterial Salvadoreño, liderado por Idalia Zúñiga, denuncian una «militarización» del sistema educativo, argumentando que estas reglas imponen un control excesivo y coartan la libertad de los estudiantes.
El analista Carlos Araujo, en declaraciones a la AFP, señaló que el nombramiento de una militar como ministra de Educación es una muestra del «autoritarismo» del gobierno de Bukele, que busca «controlar todo» y evitar cualquier disidencia.
Contexto: La «guerra» de Bukele contra las pandillas
Este código disciplinario se enmarca en la estrategia de Nayib Bukele contra las pandillas, que ha reducido significativamente los índices de violencia en El Salvador desde 2019.
Bukele, conocido por su alta popularidad, ha defendido estas medidas como una forma de evitar que las escuelas se conviertan en centros de reclutamiento para grupos criminales.
En un mensaje en X, el presidente compartió un video antiguo de estudiantes haciendo señas de pandillas, afirmando: “Las medidas de disciplina en las escuelas buscan evitar que esta tragedia vuelva a repetirse”.
Sin embargo, organizaciones de derechos humanos han criticado su enfoque, denunciando abusos y la detención de miles de personas inocentes en el marco de esta «guerra».
Impacto en la comunidad educativa
La implementación de estas normas ha generado preocupación entre padres y estudiantes, quienes temen que las sanciones afecten el rendimiento académico de los jóvenes.
Además, la destitución de directores escolares por no cumplir con las reglas, como ocurrió recientemente en una secundaria de San Salvador, refuerza la percepción de un control estricto desde el gobierno.
Por su parte, la ministra Trigueros, quien suele vestir uniforme de camuflaje, insiste en que estas medidas son esenciales para restaurar el orden y los valores en las escuelas.
Sin embargo, su enfoque militarista ha avivado el debate sobre si estas políticas priorizan la educación o el control social.
El nuevo código disciplinario en las escuelas de El Salvador refleja la visión de Nayib Bukele de imponer orden en todos los ámbitos de la sociedad, pero también ha desatado críticas por su carácter autoritario y su impacto en la libertad de los estudiantes.
Mientras el gobierno defiende estas medidas como una herramienta para combatir la influencia de las pandillas, los detractores advierten que podrían marcar un retroceso en la autonomía del sistema educativo.
¿Es este un paso hacia una educación más disciplinada o un intento de control social? El debate está abierto.
Por: Ricardo Collazos.