
Más que figuras bíblicas, los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael son considerados pilares de la fe, cada uno con una función específica para proteger y guiar a la humanidad. Su fiesta se celebra cada 29 de septiembre, recordando su papel como mensajeros de Dios y defensores de la Iglesia.
En el vasto universo de la angelología, la Iglesia Católica ha puesto su mirada en tres figuras destacadas: San Miguel, San Gabriel y San Rafael. Aunque otras tradiciones mencionan a más, la Iglesia solo venera a estos tres, ya que sus nombres y acciones están directamente registrados en la Biblia. Cada uno de ellos representa una faceta del poder divino y un camino para conectar con lo sagrado en la vida cotidiana.
San Miguel: El Guerrero Celestial
Con un nombre que significa «¿Quién como Dios?», San Miguel es el líder de los ejércitos celestiales. Su función principal es la de *defensor de la fe*, protegiendo a la Iglesia y a sus fieles de las fuerzas del mal. En el arte, se le representa como un guerrero con armadura, luchando contra el demonio, una imagen que simboliza su incansable batalla por la justicia divina. Es por esto que se le considera patrón de los soldados, policías y rescatistas, aquellos que dedican su vida a proteger a otros.
San Gabriel: El mensajero de la esperanza
El nombre de San Gabriel se traduce como «Poder de Dios», y su función es tan poderosa como su nombre. Es el mensajero por excelencia, conocido por llevar las noticias más trascendentales de la historia de la salvación. Su acto más famoso, narrado en la Biblia, es la *Anunciación a la Virgen María*, donde le comunicó que sería la madre de Jesús. Debido a este papel, se ha convertido en el patrón de los trabajadores de las comunicaciones y el correo, un símbolo de la palabra divina y su poder para transformar el mundo.
San Rafael: El sanador del alma y el cuerpo
Finalmente, San Rafael, cuyo nombre significa «*Dios cura», es el arcángel de la sanación. Su historia más conocida proviene del Libro de Tobías, donde acompaña a este joven en un peligroso viaje, ayudándole a curar la ceguera de su padre y a liberar a una mujer de un maleficio. Esta historia lo ha posicionado como el patrón de los viajeros, los enfermos, los ciegos, los enfermeros y los farmacéuticos. Su presencia es un recordatorio de que la sanación no solo es física, sino también espiritual y emocional.
La veneración a estos tres arcángeles, con su fiesta el 29 de septiembre, resalta su importancia como mensajeros y servidores de la humanidad. Nos recuerdan que el reino celestial no es una idea lejana, sino que está activamente involucrado en nuestras vidas, ofreciendo protección, guía y sanación a quienes lo necesiten.
Por: Ricardo Collazos