
Un audaz ataque con drones orquestado por Kiev deja una estela de destrucción en la aviación estratégica de Moscú, justo antes de cruciales negociaciones de paz en Estambul.
En un movimiento que resonará en los anales de la guerra moderna, Ucrania ejecutó la «Operación Telaraña», un ataque sin precedentes que desplegó una red de drones kamikazes para asestar un golpe devastador a bases aéreas rusas ubicadas a miles de kilómetros de su frontera.
La meticulosamente planificada operación, gestada durante más de 18 meses bajo la égida del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) y la supervisión directa del presidente Volodymyr Zelensky, culminó con la presunta destrucción de más de 40 aeronaves estratégicas rusas.
Este audaz desafío a las defensas aéreas de Rusia no solo representa un hito en la escalada del conflicto, sino que también envía un mensaje inequívoco a Moscú y a la comunidad internacional en vísperas de las cruciales negociaciones de paz programadas en Estambul.
Contexto de la operación telaraña: un golpe estratégico en la víspera de la diplomacia
La «Operación Telaraña» se materializó el 1 de junio de 2025, en un momento de alta tensión geopolítica.
Con las fuerzas rusas manteniendo una lenta pero constante presión en el frente oriental, y Ucrania lidiando con una marcada desventaja en potencia de fuego convencional, Kiev recurrió a una estrategia asimétrica de alto riesgo y alta recompensa.
El objetivo primordial: Neutralizar la aviación estratégica rusa, un componente vital en la capacidad de Moscú para lanzar bombardeos de largo alcance contra territorio ucraniano, sembrando destrucción y minando la moral civil. La elección del momento, justo antes de las conversaciones en Estambul, sugiere una clara intención de Ucrania de fortalecer su posición negociadora, demostrando su capacidad para infligir daños significativos en el corazón estratégico de Rusia.
Paso a paso: Desentrañando la complejidad de la «Operación Telaraña»
1. La mente maestra y la aprobación presidencial:
La concepción de la «Operación Telaraña» se atribuye al jefe del SBU, Vasyl Malyuk, quien habría presentado la audaz propuesta al presidente Volodymyr Zelensky.
Durante más de un año y medio, el SBU dedicó ingentes recursos a la elaboración de un plan intrincado que demandaba una logística impecable y un secretismo absoluto para evadir la omnipresente vigilancia de los servicios de inteligencia rusos.
El objetivo estratégico era claro y ambicioso: inutilizar bombarderos estratégicos clave como los Tu-95 y Tu-22M3, plataformas esenciales para el lanzamiento de misiles de crucero que han azotado ciudades ucranianas.
2. El contrabando silencioso: Infiltrando la amenaza
El primer obstáculo logístico de magnitud fue la introducción encubierta de cientos de drones FPV (First Person View) en territorio ruso.
Estos drones de corto alcance, ágiles y discretos, habrían sido introducidos a través de complejas redes de contrabando, posiblemente aprovechando rutas comerciales preexistentes o creando nuevos canales clandestinos.
Fuentes ucranianas sugieren que el tamaño reducido y la capacidad de operación remota de estos drones los convertían en la herramienta ideal para la fase inicial de la operación.
3. Caballos de troya modernos: El arte del camuflaje
Una vez dentro de Rusia, los drones fueron ingeniosamente ocultos en compartimentos secretos dentro de estructuras de madera, montadas sobre camiones aparentemente convencionales.
Estos improvisados «caballos de Troya» permitieron transportar la flota de drones hasta las proximidades de las bases aéreas objetivo sin despertar sospechas.
El diseño de los techos de estas estructuras permitía su apertura remota, facilitando el lanzamiento sincronizado de los drones en el momento crítico.
Esta táctica innovadora explotó las vulnerabilidades de las defensas aéreas rusas, que presumiblemente no estaban preparadas para amenazas aéreas de tan corto alcance y con un perfil tan bajo.
4. Selección de blancos estratégicos: Un golpe al corazón de la aviación Rusa
El SBU identificó meticulosamente bases aéreas de alto valor estratégico ubicadas en regiones remotas de Rusia, incluyendo Olenya (en la península de Kola, cerca de Murmansk, a unos 1.800-2.000 km de Ucrania), Belaya (en la región de Irkutsk, a una asombrosa distancia de 4.200-6.000 km), Ivanovo y Diaguilevo (esta última sorprendentemente cerca de Moscú).
Estas bases albergan bombarderos estratégicos con capacidad nuclear, como los Tu-95 «Bear», los supersónicos Tu-22M3 «Backfire» y los cruciales aviones de alerta temprana y control aerotransportado A-50 «Mainstay».
La audacia de seleccionar objetivos tan distantes subraya la creciente capacidad de Ucrania para proyectar poder ofensivo en la profundidad del territorio ruso.
5. El enjambre de acero: Coordinación y precisión en el ataque
El 1 de junio de 2025, la red de drones se activó simultáneamente. Desde sus posiciones camufladas cerca de las bases aéreas, los drones fueron lanzados en una secuencia coordinada.
Videos supuestamente difundidos por el SBU muestran aeronaves envueltas en llamas y personal ruso en tierra intentando, aparentemente sin éxito, repeler la oleada de drones.
La operación ha sido descrita como un «enjambre» de drones, lo que sugiere el posible uso de inteligencia artificial para coordinar los ataques, maximizando el impacto y la saturación de las defensas enemigas.
6. Borrando las huellas: Autodestrucción y evacuación
Para proteger la tecnología empleada y evitar su análisis por parte de Rusia, los lanzadores de los drones fueron programados para autodestruirse inmediatamente después de los ataques.
Además, el SBU afirma haber evacuado a todos los operadores involucrados en la misión antes de cualquier posible represalia rusa, garantizando que no quedaran rastros humanos de la operación en territorio enemigo.
Este riguroso nivel de OPSEC (seguridad operacional) fue fundamental para el éxito y la impunidad de la misión.
Resultados de la ‘Operación Telaraña’:
Daños Catastróficos para la Flota Aérea Rusa: Ucrania ha declarado la destrucción de más de 40 aeronaves rusas, incluyendo bombarderos estratégicos Tu-95 y Tu-22M3, así como aviones A-50. Estas pérdidas, de confirmarse, representarían una merma significativa, estimada en alrededor del 34%, de la flota de bombarderos estratégicos rusos capaces de portar misiles de crucero.
El impacto económico de estas pérdidas se calcula en más de 7.000 millones de dólares, un revés financiero considerable para Rusia, que enfrenta serias dificultades para reemplazar estas aeronaves, especialmente los modelos Tu-95 y Tu-160, cuya producción a gran escala se detuvo hace décadas.
Un golpe estratégico y psicológico de alcance incalculable
Más allá del daño material infligido, la «Operación Telaraña» ha tenido un profundo impacto estratégico y psicológico.
No solo ha debilitado la capacidad de Rusia para llevar a cabo ataques aéreos de largo alcance contra Ucrania, sino que también ha expuesto las vulnerabilidades de su extensa y costosa red de defensa aérea.
Analistas militares coinciden en que este ataque desafía la percepción de seguridad en el interior profundo de Rusia y representa un «gran bochorno» para sus agencias militares y de inteligencia.
Además, la sincronización del ataque con las inminentes negociaciones de paz en Estambul envía un mensaje contundente a Rusia y a los aliados occidentales de Ucrania: Kiev sigue siendo una fuerza capaz de infligir dolor y de alterar significativamente el curso del conflicto.
Reacciones en ambos lados del frente:
De Rusia ha confirmado los ataques, aunque el Ministerio de Defensa ha minimizado la magnitud de las pérdidas, reportando únicamente incendios en varias aeronaves en las bases de Murmansk e Irkutsk.
Gobernadores regionales como Andrey Chibis (Murmansk) e Igor Kobzev (Irkutsk) también reconocieron los ataques con drones, buscando proyectar una imagen de control y minimizando el impacto real.
En contraste, el presidente Zelensky celebró la «Operación Telaraña» como un «resultado brillante» que «pasará a los libros de historia», enfatizando la exitosa evacuación de todos los agentes ucranianos involucrados.
Ondas expansivas: Renuncia y tensiones en el frente Ucraniano
En un giro inesperado, el comandante de las fuerzas terrestres ucranianas, Mykhailo Drapatyi, presentó su renuncia tras el ataque.
Si bien no se ha establecido una conexión directa, esta renuncia se produce después de un devastador bombardeo ruso que causó la muerte de 12 soldados ucranianos en un campo de entrenamiento, lo que sugiere posibles tensiones internas y presiones en la cúpula militar ucraniana.
Este evento, sumado a la evacuación obligatoria de 11 asentamientos en la asediada región de Sumy, pone de manifiesto las difíciles condiciones que enfrenta Ucrania en el frente terrestre mientras Rusia continúa su ofensiva.
Implicaciones para el futuro del conflicto
La ‘Operación Telaraña’ marca un antes y un después en la guerra con drones, evidenciando el creciente protagonismo de la inteligencia artificial y las tácticas asimétricas en los conflictos bélicos contemporáneos.
Expertos en estrategia militar sostienen que esta audaz operación podría alterar significativamente la dinámica del conflicto, al exponer las debilidades inherentes de la vasta infraestructura rusa y fortalecer la posición de Ucrania en la mesa de negociaciones.
Sin embargo, la previsible intensificación de los bombardeos y las represalias por ambas partes sugiere que el camino hacia la paz sigue siendo largo y tortuoso.
Conclusión: Un punto de inflexión en el aire
La ‘Operación Telaraña’ no solo ha causado un daño considerable a la capacidad de la aviación estratégica rusa, sino que también ha reafirmado la determinación y la sofisticación de las fuerzas ucranianas para llevar a cabo operaciones audaces y de gran alcance en territorio enemigo.
Con un impacto económico estimado en miles de millones de dólares y la potencial destrucción de un porcentaje significativo de la flota de bombarderos estratégicos de Rusia, este ataque representa un punto de inflexión crucial en la guerra ruso-ucraniana, consolidando la postura de Kiev como una fuerza resistente y capaz de proyectar poder más allá de sus fronteras.
Mientras la atención mundial se centra en las conversaciones de paz en Estambul, la sombra de la «Operación Telaraña» se cierne sobre la mesa de negociación, recordándonos que el futuro de este conflicto sigue siendo tan incierto como el vuelo silencioso de un dron en la noche siberiana.
Por: Ricardo Collazos.